En el día Internacional de las Mujeres 2019, declaramos que la Guerra contra las Drogas es una guerra contra las Mujeres que Usan Drogas
La Guerra Contra las Drogas es racista, sexista, clasista y heterosexista, y afecta desproporcionadamente mujeres racializadas, jóvenes y mujeres en situación de exclusión y pobreza. Como mujeres, trans y personas de género no conformista que sobrevivimos esta guerra, rechazamos el estigma, discriminación y criminalización generalizada que encaramos en nuestro día a día. Hacemos un llamado para una completa reforma y transformación del actual sistema de prohibición. Incitamos a acabar con una retórica ignorante y negativa. Los servicios de atención y tratamiento para las personas que usan drogas son machistas, clasistas, sexistas y racistas. Se basan en investigaciones sesgadas y obsoletas, y permiten abusos de poder sobre las personas. Rechazamos estos métodos y las ideologías que los subyacen. Opresiones globales y sistémicas vulneran nuestros derechos. Como mujeres, trans y personas de género no conformista que usan drogas nos sitúan en múltiples e interconectadas posiciones de vulnerabilidad que conllevan numerosos daños:
- Como mujeres que nos inyectamos drogas, tenemos una mayor prevalencia de VIH y Hepatitis que los hombres. A pesar de esto, no aparecemos en los datos y padecemos exclusión y discriminación por parte de los servicios sociales y de salud. Los pocos recursos que existen tienden a estar masculinizados y ser inaccesibles además de no abordar nuestras necesidades, intereses y expectativas.
- Recibimos el impacto de la violencia estructural y el control social por parte del Estado: acoso policial, acceso limitado a defensa adecuada, extorsión, largas condenas en prisión, violaciones, asesinatos extrajudiciales y pena de muerte.
- La mayoría de mujeres encarceladas lo están por delitos no violentos relacionados con drogas. Mujeres racializadas, minorías étnicas, personas no binarias o trans, y que viven en situación de sinhogar están sobrerepresentadas.
- En numerosos países, padecemos detenciones forzadas en centros de “tratamiento” no regulados, a menudo por periodos indefinidos con ningún o muy limitado acceso a procesos judiciales. El aislamiento de la cárcel crea un contexto propició para el aumento de las vulneraciones de derechos humanos, como son violaciones y extorsión.
- A menudo experimentamos violencia endémica y exclusión en nuestras propias comunidades y familias. No sólo somos más propensas a ser atacadas por nuestros compañeros, además solemos tener menos acceso a recurrir a la justicia y sistemas de protección.
- Sufrimos intrusión en nuestros cuerpos e integridad física, maternidad, vida familiar y espacio doméstico. Encaramos cotidianamente violaciones de nuestros derechos sexuales y reproductivos, tanto por parte de la comunidad como por parte del estado como son la esterilización coercionada y la interrupción del embarazo.
- El estigma que asume que las mujeres que usan drogas no pueden cuidar de sus hijas e hijos y la desinformación sobre los efectos del uso de drogas alimenta fuertes presiones para acabar con el embarazo. Cuando decidimos no hacerlo, existen muchas posibilidades de que perdamos la custodia.
- Aquellas de nosotras que somos trabajadoras sexuales, especialmente mujeres trans, estamos expuestas a un intenso e inaceptable entramado de estigma, discriminación y exclusión.
A pesar de vivir estas y otras múltiples violencias cotidianas. Las mujeres luchando contra la guerra contra las drogas somos recursivas, emprendedoras, creativas y fuertes. Poseemos una extraordinaria resiliencia. Luchamos contra la prohibición con solidaridad, apoyo mútulo y liderazgo, construyendo redes desde lo comunitario a lo global, desde la acción inmediata a estrategias a largo plazo para acabar con esta guerra contra las mujeres que usan drogas. Abrazamos el feminismo interseccional y antiprohibicionista que integra abordajes inclusivos con las personas trans y de género no conformista, justicia social, así como el derecho a usar drogas y experimentar placer. Trabajamos para reclamar la soberanía sobre nuestros cuerpos, incluyendo el derecho al espectro completo de servicios de salud sexual y reproductiva sensibles con el género. No reclamamos asistencialismo sino solidaridad. Reclamamos vivir seguras y libres.
Esta declaración es una invitación a sumar fuerzas con otras mujeres que quieren acabar con la Guerra contra las Drogas y su negativo impacto en nuestras vidas.
“Let us all cause some trouble and begin to change the world with and for women who use drugs with our powerful conceptual armaments in hand.” Elizabeth Ettorre
Nuestros cuerpos- nuestra elección, nuestros derechos, nuestras voces.
#narcofeminism #femdrug